lunes, 9 de febrero de 2015

Huertos que crecen entre el cemento



Pues sí, lo has leído bien. Los huertos ecológicos en terreno urbano son cada vez más habituales, y ponen la nota de color en medio de los mares de cemento de nuestras ciudades.  Yo tengo el mío propio, y he de confesar que pocas cosas hay mas majas en esta vida que abrir la ventana hacia el cielo de Madrid y ver que en su alfeizar crecen tomatitos cherry con los que prepararte una ensalada o encontrar albahaca para tu próximo plato. Claro que la idea no es mía: en España se calcula que hay actualmente más de 400 huertos urbanos, que así es como se llaman las criaturas. Forman parte de una tendencia que comparto por completo, la de hacer más humanas nuestras ciudades, en las que generalmente ni conocemos al vecino de al lado ni, en las más grandes, tenemos a menudo contacto con la naturaleza. En el mundo anglosajón lo llaman “urban farming”, algo así como llevar la granja a la gran urbe. En Nueva York, Londres o Paris es una tendencia de los más extendida desde hace años, y en Copenhague incluso han hecho que estas azoteas verdes sean obligatorias. 

En España vamos bastante por detrás, pero ya hay 216 ciudades que cuentan con huertos urbanos, públicos y privados, como el mío. Os preguntareis que me llevo a plantearme tener uno. Las razones son las mismas que creo que motivan a todos los que los montan: una mezcla entre compromiso eco y el deseo de poner un toque más natural a mis platos, a una alimentacion que, si no tenemos cuidado, puede terminar por componerse de platos precocinados y muy poco saludables. También debo confesaros que me influyo la morriña de una infancia en el campo, que ahora veo que recupero, en parte, con mi mini huerto.
Hay gente que, con más espacio, llega a plantar en ellos lechugas o calabazas. Yo soy consciente de que mi piso de 40 metros cuadrados no permite tantas alegrías, pero desde el momento en que vi que tenía un pequeño balcón muy soleado, tuve claro que quería tener mi trocito de huerto urbano. Para que veáis que es posible montar uno en cualquier rinconcito. 

Os cuento como podéis montarlo si, como yo, solamente tenéis un balcón para hacerlo: como aquí el espacio es más reducido que el de una terraza, lo mejor es que escojáis o bien jardineras de forma rectangular o bien modelos verticales, para aprovecharlo al máximo. Incluso podéis optar por reutilizar viejos pales, dándoles una nueva vida. La madera y la cerámica son los materiales más recomendables, y desde luego mucho más naturales que el plástico. Recuerda que deben tener huequitos en su base para que por ahí pueda expulsarse el excedente de agua. 

La verdad es que se necesitan muy pocas cosas para crear un huerto ecológico urbano: por supuesto hacen falta semillas y brotes, aunque os recomiendo estos últimos, porque son más sencillos de cultivar. Uno de los grandes objetivos de tener un huerto ecológico es consumir en cada momento los productos de temporada, o sea que seguid el ciclo natural a la hora de decantaros por cada producto. Además de los brotes, hace falta tierra, sustrato y, como abono, el humus, que es completamente ecológico y que echaremos cada cierto tiempo sobre la tierra para enriquecerla. Y poco más. Por supuesto es esencial que el sitio que escojas tenga suficiente iluminación natural diaria, pues eso va a influir en el tipo de verduras, frutas u hortalizas que podrán crecer allí. Al menos se necesitan cinco horas de luz solar directa. Si no las tienes, no te desanimes: puedes optar por escoger algunas especias y plantas aromáticas que pueden crecer en entornos más sombreados, como la hierbabuena, la menta o el cebollino. Para los novatos como yo misma lo fui hasta no hace mucho, los cultivo más sencillos para empezar son las lechugas, los rabanitos, los ajos tiernos, la rúcula y las espinacas. 

Bueno pues ya lo tienes todo. Ya que los urbanitas no podemos desplazarnos al campo siempre que queremos, vamos a hacer lo contrario: traigámonos el huerto a casa.

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