Me fascina la obra de Allan Teger desde que la descubrí en
una revista especializada. Sin duda es uno de mis “Me gusta” artísticos más
claros. Su manera de convertir el cuerpo humano en un auténtico lienzo y crear
sobre él escenas es una auténtica muestra de que el arte puede reinventarse a
cada paso y de que, en pleno siglo XXI, todavía no está todo hecho. Con el
cuerpo desnudo de sus modelos y pequeñas figuritas de plástico consigue crear
auténticos universos.
¿Quién es Allan Teger? Conozcamos primero un poco de su
biografía y su modo de trabajar: Allan ha sido “artista a tiempo completo”,
como él mismo se define, desde 1981, tras trabajar como profesor de psicología
en las universidades de Pennsylvania y Boston. Ese pasado académico y educativo
se refleja en su producción, que a menudo parte de elementos vinculados con la
mente y la espiritualidad. Con sus creaciones trata, ante todo, de demostrar
que pueden existir varias realidades simultáneas y de que ante un mismo
elemento es posible capturar varias interpretaciones posibles. Su original
trabajo ha formado parte de galerías, revistas e incluso libros de arte.
Aunque en su web, http://teger.com/,
también se recoge el trabajo que realiza en forma de collage, su producción
favorita para mí son lo que él denomina “bodyscapes”, algo así como una
combinación entre las palabras inglesas “body”, cuerpo y “landscapes”,
paisajes. Dicho de otro modo, “paisajes del cuerpo”, creadas de un modo
absolutamente sorprendente: Teger fotografía determinadas partes de la anatomía
humana y añade sobre ellas minúsculas figuras para crear, por ejemplo, un
pescador que introduce su caña en un ombligo, o unos esquiadores que se
deslizan por las piernas. Son siempre creaciones en las que conviene detenerse
para analizarlas y descubrir todos sus pequeños detalles, y que constituyen,
sin duda, un desafío para la mente.
Tejer no sólo crea bodyscapes, aunque sean estas las
creaciones que le han otorgado mayor fama a nivel mundial. También produce
collages por transferencia, escaneando fotografías antiguas e imprimiéndolas en
un material especial que permite que luego se transfieran a la acuarela. A ellas añade luego diversos
objetos, que van desde documentos hasta sellos de gama, para crear una imagen
única e irrepetible. Como veis, intenta innovar al máximo tanto en sus temas
como en sus materiales y eso que, cuando comenzó a trabajar como artista, lo
hizo sin una formación previa, de manera completamente autodidacta. Ello no le
ha impedido que en la actualidad sus escenas, en las que mezcla cuerpos humanos
y pequeñas figuras, le hayan granjeado un gran reconocimiento, tanto por parte
de aquellos que aman la fotografía artística como por parte de aquellos a los
que les gusta encontrar un punto de humor en las imágenes, que sin duda también
juegan con valores como la ironía y la picaresca.
Dado que Teger empezó con sus bodyscapes desde 1975, en la
actualidad son numerosas las fotografías que componen esta serie. La idea para
comenzarla vino de su interés por la psicología y por plantear un tipo de fotografía
que pudiese ayudar a plasmar muchas de las ideas en torno a la mente que él
mismo como profesor enseñaba diariamente. Él mismo ha afirmado en diversas
entrevistas que está convencido de que el arte puede ser divertido y serio a la
vez, y que el artista debe involucrar al espectador en sus obras para completar
la experiencia. Creo que sin duda lo ha conseguido con esta serie, pues es
imposible no sentirse partícipe de sus bodyscapes y no pensar en el original
proceso que su autor ha tenido que llevar a cabo para convertir estas
artísticas miniaturas de su mente en realidad.
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