Como sabéis quienes seguís este blog, soy una fan
incondicional de todo lo eco, e intento extender mi cuidado por la naturaleza a
todos los aspectos a los que puedo. Hoy quiero hablaros, justamente, de un
ámbito en el que también podemos tomar decisiones ecológicamente responsables:
el de los embalajes. Empaquetar productos con materiales reciclados o
reutilizados es ya una tendencia entre un número cada vez mayor de empresas.
Últimamente, el diseño de envases intenta regirse por una conciencia ecológica,
de ahí que cada vez mas muchos de ellos respeten al menos un de las tres
clásicas R: reciclar, reducir y reutilizar. Dicha tendencia va en relación
también con una propia evolución del modelo de consumidor, pues cada vez más
gente se muestra dispuesta a renunciar a ciertos aspectos de funcionalidad de
un envase si a cambio se mejora el estado del medio ambiente.
Claro que ser ecológico no va reñido con crear envases
llamativos y originales, desde envases monodosis adaptados al consumo inmediato
hasta el denominado “packaging sensorial”, que concede, como podréis imaginar,
una gran importancia a todo lo relativo a los sentidos y la experiencia directa
del cliente con el envase. La revolución de los materiales ha permitido, por
ejemplo, que se puedan crear con grandes ratios de calidad envases de
componentes compostables, por mencionar solamente un ejemplo impactante. Parece
que se puede añadir una cuarta R, la de reinventa, si tenemos en cuenta la gran
originalidad de muchas propuestas.
Para que veáis hasta qué punto la tendencia del packaging
eco está consolidada os voy a presentar algunos ejemplos que no son ya ni
prototipos ni mucho menos ciencia ficción, sino que ya han sido puestos en el
mercado por empresas de todo el mundo. Por ejemplo, una botella de plástico con
una base que puede ser usada para beber la bebida que contiene y que, una vez
terminada, puede convertirse en maceta. Hasta trae en uno de los laterales las
propias semillas que se pueden plantar. Esta genial idea es producto de la
diseñadora Yun Sung Hwan.
Otro ejemplo son los cada vez más frecuentes envases con
decoraciones bonitas que pueden ser reutilizados como macetas o lapiceros,
dándoles así un nuevo uso y reduciendo las necesidades de consumo. Asimismo,
cada vez con mayor frecuencia el diseño apuesta por latas con formas que
facilitan su aplastamiento, para hacer también más sencilla su recolección y
almacenaje para el reciclado. Por su parte, la Green Box es una caja de pizza con unas
marcas de corte en su tapa que permiten convertirla en cuatro platos, de tal
modo que se ahorra agua en el fregado de la vajilla y, al tiempo, extiende la
vida útil de un tipo de envase que generalmente enviamos a la basura nada más
terminar de consumir la pizza que contiene.
Os presento todos estos ejemplos como prueba de que a nivel
corporativo el packaging ecológico ya es una realidad, pero sobre todo me gustaría animaros a que pongáis
en práctica vuestras propias ideas de envases respetuosos con el medio
ambiente. Por ejemplo, pintando y dando una nueva vida a tazas de café de
plástico o a las típicas cajitas que nos entregan con algunos productos y que
inmediatamente desechamos. Con un poco de pintura o de papel pegado pueden
conseguirse muy buenos resultados. Además, podrían ser el packaging perfecto
para dar un toque de originalidad a cualquier regalo que queráis hacer. En
Internet, como siempre, sobran tutoriales en caso de que no os encontréis muy
inspirados, pero como siempre la práctica y la imaginación son las mejores
herramientas para conseguir buenos resultados. Y por supuesto, con un toque eco
que me encanta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario