lunes, 20 de abril de 2015

Un diccionario para las palabras bellas



Comienzo la semana con una de mis grandes pasiones, que es descubriros, como reza el subtitulo de mi blog, cosas que me gustan del arte. Hoy os voy a presentar un diccionario muy especial, porque no recoge ni los vocablos propios de un idioma ni sinónimos o antónimos, sino algo mucho más hermoso: las palabras de diversas lenguas que han resultado especialmente hermosas o curiosas para su autora, la ilustradora colombiana Natalia Swarz. Muchas de ellas no existen en español y es una autentica pena, pues transmiten sentimientos o expresan emociones que todos hemos sentido en algún momento de nuestras vidas. Además, Natalia no recoge simplemente estas palabras sino que las presenta dentro de recuadros de colores con un cuidado diseño, producto de su formación en este ámbito. En su blog se define como una curiosa empedernida apasionada por la fotografía Polaroid, el dibujo y los viajes, y sin duda estas tres pasiones las ha  combinado en su diccionario. El blog, http://nataliaswarz.blogspot.com.es/, os permitirá aproximaros en mayor medida a su trabajo y a sus pensamientos, pues varios de los posts se centran en lo que significa el oficio de ilustradora, así que sentáos en vuestro sofás preferido, y disfrutad.

Desde pequeña, Natalia admiraba el trabajo de su madre en Cali, Colombia, quien se dedicaba a la pintura, de ahí que el dibujo sea un elemento constante en su producción. Proviene de una familia de artistas, pues su hermana es fotógrafa. Ella, además de la ilustración, dedica una gran atención en su obra a los textos que las acompañan, para crear dibujos que comuniquen, tal y como hace en su diccionario. Ella misma ha confesado que toda su obra procede de sus pensamientos o de sus vivencias. Se confiese una romántica, deseosa de transformar incluso las experiencias negativas en algo “bonito”, en su caso, dibujos, y ciertamente su obra tiene un toque naif que remite a un mundo de belleza e inocencia. Sus ilustraciones acostumbran a estar llenas de color, letras de canciones y poderosos recursos imaginativos, con cierto punto adolescente, como ella misma ha reconocido.

Pero volvamos al proyecto del diccionario del que os hablaba al principio. Es una pena que se trate, por así decirlo, de un proyecto inconcluso, pues Natalia se quedo únicamente en diez palabras, pero tienen tanta fuerza que no puedo por menos que presentaros algunas de ellas e invitaros a imaginar otras:

Una de mis favoritas, porque creo que a todos nos ha pasado en alguna ocasión, es la expresión francesa “l  esprit d escalier”, que expresa el sentimiento que tenemos al final de ciertas conversaciones, cuando pensamos en todo aquello que tendríamos que haber dicho y no dijimos. En el mundo del arte sería muy útil contar en español con algún equivalente del griego “meraki”, que significa algo así como hacer algo con alma, creatividad y amor, sin duda tres ingredientes fundamentales para cualquier proyecto exitoso.
Mucho más triste es otra expresión del francés que también recoge este particular diccionario: “douleur exquise”, o el dolor desgarrador de querer a alguien a quien no puedes tener. Todos hemos sentido en algún momento de nuestra existencia esa sensación.  Y volviendo al mismo idioma, el vocablo “retrouvailles”, que expresa la felicidad del encuentro después de mucho tiempo sin verse.



Como veis el diccionario de Natalia es una oda a la riqueza lingüística y a las diferencias culturales que permiten expresar la idiosincrasia propia de un territorio o que posibilitan que podamos tomar prestados términos que no existen en español pero que expresan realidades sobre las que seguro hemos pensado en muchas ocasiones. Os invito a que deis una vuelta a vuestra cabeza y penséis, porque seguro que conocéis otras muchas. Tambien es posible dar la vuelta a la tortilla y pensar en la riqueza idiomática del español para expresar conceptos que no existen en ninguna otra parte del mundo.

jueves, 16 de abril de 2015

Potato printing o la patata como elemento artístico



Si creías que las patatas eran solamente para comer, con el post de hoy quiero demostrarte que nada más alejado de la realidad. Sabéis que soy una auténtica fanática de las manualidades, pero confieso que no he empezado con el potato printing (que así se llama la técnica) hasta hace muy poco. Su base es muy sencilla: se trata de usar ese tubérculo que está presente en la inmensa mayoría de casas de España como sello. Aunque de entrada pueda parecer una actividad propia únicamente para niños, lo cierto es que son cada vez más los adultos que la emplean para darle un toque renovado a los más variados objetos. Además, lo que tiene de positivo es que resulta una tarea muy divertida y sencilla, por lo que es ideal para realizar en familia o para aquellas personas que no tengan una especial pericia en el ámbito de lo handmade. Para ellas puede ser una manera ideal de iniciarse en el mundo de los sellos y de la estampación. Los resultados son inmediatos y permiten que podamos estampar nuestras creaciones en portadas de libros, tarjetas de felicitación, papel de regalo… Como os podéis imaginar, es una manualidad de bajo coste, respetuosa con el medio ambiente (puesto que se basa en el empleo de productos naturales) y que puede presentar diversos grados de elaboración, desde las formas más simples hasta aquellas más especiales y elaboradas. 




En un par de horas podéis tener vuestros sellos de patata terminados. Para ello necesitaréis, además de las propias patatas, un cuchillo de cocina, pintura, un lápiz o marcador y papel para efectuar las pruebas. Como veis, se trata de materiales presentes en cualquier hogar. ¿Cómo hacerlo? Os voy a ofrecer las instrucciones para realizar esta manualidad: para comenzar, debéis cortar la patata a la mitad y dibujar en su superficie el motivo que queremos que lleve el sello, con un lápiz o, preferiblemente, con un rotulador permanente. Una vez hecho esto, cortamos la forma deseada con un cuchillo de cocina hasta que el diseño sobresalga de la superficie de la patata. A continuación, cogemos la pintura del color elegido e impregnamos con ella la forma ya cortada. Una de las cosas interesantes de la estampación con patata es que la misma puede ser lavada y vuelta a pintar de otro color varias veces, lo que hace que se trate de una manualidad de múltiples usos y, por tanto, muy sostenible. Si tenemos cutters u otros instrumentos de cocina más precisos podemos crear diseños más detallados, por ejemplo recortando dentro del dibujo inicial.

Las variantes son muchas. Por ejemplo, empleando un cuchillo de sierra se obtienen superficies texturizadas, y si añadimos un tenedor podremos crear pequeños agujeritos que aportarán al resultado mayor originalidad. Igualmente, una vez que tenemos el diseño básico con un color, podemos usar los rotuladores para añadirle expresividad. Imaginad, por ejemplo, un simple círculo amarillo que se convierte en un emoticono sonriente añadiendo las expresiones faciales con el rotulador. Si queremos aportar brillo a nuestra creación, la purpurina es una opción barata y muy socorrida.

Como veis se trata de una manualidad que puede ser ideal para las tardes de lluvia o las, a menudo, aburridas tardes de domingo. Podéis invitar a amigos de vuestros hijos para ofrecerles una tarea que echará a volar su imaginación, y cuyos resultados podrán ver casi inmediatamente. O, por qué no, también puede ser una buena manera de desestresaros y volver a vuestra infancia, comprobando que las patatas son mucho más que gastronomía. Y todo ello, además, con el beneficio de obtener sellos que os permitirán personalizar diversos objetos para ser las más originales. Todo son ventajas…

lunes, 13 de abril de 2015

La ilustración toma Valladolid

Hoy quiero hablaros de una cita que durante cuatro días, del 11 al 14 de junio, va a hacer de Valladolid una capital con mucho arte: se trata del Encuentro Internacional de Ilustración que tendrá a la ciudad castellanoleonesa como escenario. Durante el evento se podrá asistir a charlas de ilustradores reconocidos a nivel internacional, a talleres, masterclass, debates, mesas redondas, exposiciones… Hasta cuarenta nombres de países muy variados, como Canadá, Portugal, Italia y por supuesto España, se darán cita en el Encuentro: Marianne Dubuc, Simone Rea, Yara Kono, Benöit Jacques, Pablo Auladell, Riki Blanco, José Ramón Sánchez… La idea es que sirva no únicamente como punto de reunión para profesionales y expertos del sector, que también, sino que esté abierto al público en general, que puede aproximarse a un tipo de creatividad al que no siempre es fácil acceder. Personalmente me encanta la ilustración porque la considero todo un arte, que permite trasladar al mundo la visión particular de una persona en torno a un tema, pero al mismo tiempo haciéndolo de una manera más asequible que la pintura o la escultura.

Prueba de que el encuentro busca dirigirse a una amplia variedad de públicos, incluido el familiar, son las numerosas y variadas actividades que incluye. Os comento algunas de ellas: por ejemplo, la exposición sobre el ilustrador José Ramón Sánchez, recientemente galardonado con el Premio de Ilustración 2014; firmas de libros después de las numerosas chrlas programadas; una obra teatral abierta al público general la noche del sábado 13 de junio, basada en las ilustraciones de Jimmy Lyao; el encuentro Vilustrado Internacional para familias, en el que los niños pueden acercarse para realizar hasta ocho talleres de ilustración impartidos por profesionales vallisoletanos… 

Entre las diversas charlas previstas me gustaría recomendaros la de Marianne Dubuc, que el viernes 12 y el sábado 13 reflexionará sobre “La fuerza de las imágenes”, preparando un discurso sobre el poder evocador de las ilustraciones en la literatura infantil, que generan un diálogo de gran riqueza entre el libro y el lector. Como ella, considero que las imágenes pueden convertirse en auténticos vectores de la historia y en herramientas para fomentar la imaginación no sólo de los más pequeños, sino también de los adultos. Me parece que aportan una gran creatividad que nunca deberíamos perder, y conociendo mi gusto por el mundo de la fotografía y la imagen, comprenderéis que es una charla que no puedo dejar de recomendaros fervientemente. Además va a ser un placer escuchar a Marianne, toda una veterana en esto de la ilustración, pues sus obras han sido publicadas en más de una docena de países. Esta canadiense ilustra a la vez que escribe sus propias historias, fundamentalmente destinadas al público infantil.



¿Qué más contaros sobre el evento? Pues que va a celebrarse en el denominado “Espacio LAVA”, integrado por dos edificios, uno denominado "teatro", que incluye zona de restauración y cafetería, y el segundo, un laboratorio, que aglutina a su vez tres grandes espacios de creación y experimentación. 

El precio de la entrada para todo el encuentro es de 95 euros, y la inscripción puede hacerse online a través de la web del evento, http://valladolidilustrado.es, en la que también podréis ir enterándoos de todas las novedades del mismo. En esos 95 euros se incluye el acceso a un taller largo y a una masterclass, la entrada de la obra de teatro, un kit de inscripción y la posibilidad de acudir a todas las charlas, exposiciones y debates deseados. 

Yo que vosotros no me lo pensaría mucho, pues estoy segura de que, teniendo en cuenta de que se trata de un evento especial en el conjunto del Estado español, pronto las plazas terminarán por agotarse. Así que, apuntad en vuestras agendas la fecha del evento y no os perdáis detalle. Todo un mundo de ilustración os espera en Valladolid.

jueves, 2 de abril de 2015

Coworking, un modelo de trabajo humano y colaborativo



Hoy quiero presentaros en mi post una manera de trabajar de la que seguramente habéis oído hablar ya, pues últimamente se ha puesto muy de moda en España. Enlaza directamente con mi pasión por la optimización de los recursos, pues también en el ámbito laboral podéis hacerlo, especialmente si, como yo, sois freelance pero no queréis sentiros aislados en vuestra burbuja. Todos los que trabajáis por vuestra cuenta seguro que coincidiréis conmigo en que está muy bien eso de que cada uno se imponga sus propios horarios, pero a veces lo de trabajar en pijama y desde la cama puede terminar por conducirnos al aislamiento más absoluto, y la flexibilidad de horarios es también muy sencillo que termine en descontrol absoluto y en horas de mas pasadas frente a la pantalla del ordenador. A todos estos “males” intenta poner remedio el coworking. Os preguntareis que significa la palabreja. “Coworking” es un neologismo ingles que viene a significar algo así como “cotrabajo”, o dicho de otro modo, un espacio físico compartido por diferentes profesionales para trabajar en sus propios proyectos pero también favoreciendo la creación de sinergias compartidas.



Las ventajas del coworking son muchas: la primera obviamente es de orden económico, ya que a lo mejor no puedes pagarte un alquiler para ti solo, pero si un pequeño espacio en una oficina compartida. Pero los puntos positivos van mas allá de la cuestión monetaria: romper el aislamiento, intercambiar proyectos y conocimientos… Imagina, por ejemplo, un coworking en el que trabajan un periodista y una ilustradora que se deciden a emprender un proyecto conjunto de un documental sobre mujeres dibujantes. O que en uno de estos espacios se conocen una arquitecta y un gestor de proyectos de cooperación que deciden viajar a África para construir viviendas sostenibles. Quizás fuera del coworking nunca se habrían conocido, pero estos espacios compartidos le permiten poner sobre el tapete sus intereses en común y sus potencialidades. 

El coworking es ya todo un movimiento global, que ha ido modificando el modo de trabajar y de interactuar laboralmente, creando espacios más relajados, que me encantan porque rompen con la idea de que el trabajo tiene que ser algo extremadamente jerárquico y aburrido. Imagina que en un mismo espacio pueden convivir profesionales de Internet, diseñadores, escritores, periodistas… Imagina la cantidad de ideas por metro cuadrado que caben en esos espacios, en los que cada uno de ellos tiene su escritorio individual y acceso a Internet. El hecho de que exista una comunidad global de coworkers en países tan dispares como Estados Unidos, Francia, Australia o México favorece mucho la posibilidad creciente de convertirse en “nómadas digitales”, es decir, profesionales que pueden viajar por todo el mundo, porque su única herramienta de trabajo es un ordenador portátil.

En España el fenómeno ha adquirido una inusitada vitalidad en muy poco tiempo, y prueba de ello es que una lista elaborada hace unas semanas ha concluido que Barcelona y Las Palmas son dos de las mejores ciudades del mundo para el coworking. El ranking ha sido elaborado teniendo en cuenta la calidad de vida que ofrecen, las comodidades o el precio de los espacios. En el resto de Europa, Amsterdam y Praga son dos de las mejores opciones.es.

Solamente en Barcelona hay mas de cien espacios de coworking, y unos quinientos en toda España. Lo cierto es que la tendencia no deja de crecer, al hilo de la cada vez mayor preferencia de la gente por espacios colaborativos y humanos, en los que no se trate unicamente de cumplir un horario, sino también de trabajar a gusto y compartiendo conocimientos. Lejos de ser una tendencia efímera, todo parece indicar que el coworking ha venido para quedarse.