jueves, 16 de abril de 2015

Potato printing o la patata como elemento artístico



Si creías que las patatas eran solamente para comer, con el post de hoy quiero demostrarte que nada más alejado de la realidad. Sabéis que soy una auténtica fanática de las manualidades, pero confieso que no he empezado con el potato printing (que así se llama la técnica) hasta hace muy poco. Su base es muy sencilla: se trata de usar ese tubérculo que está presente en la inmensa mayoría de casas de España como sello. Aunque de entrada pueda parecer una actividad propia únicamente para niños, lo cierto es que son cada vez más los adultos que la emplean para darle un toque renovado a los más variados objetos. Además, lo que tiene de positivo es que resulta una tarea muy divertida y sencilla, por lo que es ideal para realizar en familia o para aquellas personas que no tengan una especial pericia en el ámbito de lo handmade. Para ellas puede ser una manera ideal de iniciarse en el mundo de los sellos y de la estampación. Los resultados son inmediatos y permiten que podamos estampar nuestras creaciones en portadas de libros, tarjetas de felicitación, papel de regalo… Como os podéis imaginar, es una manualidad de bajo coste, respetuosa con el medio ambiente (puesto que se basa en el empleo de productos naturales) y que puede presentar diversos grados de elaboración, desde las formas más simples hasta aquellas más especiales y elaboradas. 




En un par de horas podéis tener vuestros sellos de patata terminados. Para ello necesitaréis, además de las propias patatas, un cuchillo de cocina, pintura, un lápiz o marcador y papel para efectuar las pruebas. Como veis, se trata de materiales presentes en cualquier hogar. ¿Cómo hacerlo? Os voy a ofrecer las instrucciones para realizar esta manualidad: para comenzar, debéis cortar la patata a la mitad y dibujar en su superficie el motivo que queremos que lleve el sello, con un lápiz o, preferiblemente, con un rotulador permanente. Una vez hecho esto, cortamos la forma deseada con un cuchillo de cocina hasta que el diseño sobresalga de la superficie de la patata. A continuación, cogemos la pintura del color elegido e impregnamos con ella la forma ya cortada. Una de las cosas interesantes de la estampación con patata es que la misma puede ser lavada y vuelta a pintar de otro color varias veces, lo que hace que se trate de una manualidad de múltiples usos y, por tanto, muy sostenible. Si tenemos cutters u otros instrumentos de cocina más precisos podemos crear diseños más detallados, por ejemplo recortando dentro del dibujo inicial.

Las variantes son muchas. Por ejemplo, empleando un cuchillo de sierra se obtienen superficies texturizadas, y si añadimos un tenedor podremos crear pequeños agujeritos que aportarán al resultado mayor originalidad. Igualmente, una vez que tenemos el diseño básico con un color, podemos usar los rotuladores para añadirle expresividad. Imaginad, por ejemplo, un simple círculo amarillo que se convierte en un emoticono sonriente añadiendo las expresiones faciales con el rotulador. Si queremos aportar brillo a nuestra creación, la purpurina es una opción barata y muy socorrida.

Como veis se trata de una manualidad que puede ser ideal para las tardes de lluvia o las, a menudo, aburridas tardes de domingo. Podéis invitar a amigos de vuestros hijos para ofrecerles una tarea que echará a volar su imaginación, y cuyos resultados podrán ver casi inmediatamente. O, por qué no, también puede ser una buena manera de desestresaros y volver a vuestra infancia, comprobando que las patatas son mucho más que gastronomía. Y todo ello, además, con el beneficio de obtener sellos que os permitirán personalizar diversos objetos para ser las más originales. Todo son ventajas…

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